HISTORIA

Historia de la alfarería en Ojojona

   Los primeros pasos en la alfarería de Ojojona fueron dados por la Señora Guillermina Nieto conocida popularmente como la tía Mina, fue ella, quien con visión futurista y hábiles manos dio principio a una tradición que más tarde llegaría a formar parte de muchísimas familias hondureñas al usar pequeños adornos de barro delicadamente decorados como recuerdos en fiestas de quince años, bodas, bautismos y demás celebraciones familiares.

En el principio los pequeños objetos de barro, entre ellos comalitos, campanas, vasijas en miniatura y otros eran fabricados en pequeña escala en el pueblo de Ojojona, con la ayuda de artesanas que vinieron desde San Salvador contratadas por la Tía Mina, sin embargo al florecer la demanda de dichos recuerdos se abrieron dos tiendas, una en la ciudad de Tegucigalpa, en la esquina de atrás del Ministerio de Salud, y otra en Comayagüela en la 4ta avenida, entre 6 y 7 calles, donde las personas de la ciudad ordenaban sus recuerdos bajo la dirección de hábiles decoradores.

Las vasijas fueron siempre modeladas y horneadas en Ojojona, sin embargo no había una tienda ni operarias del lugar que estuvieran aprendiendo el oficio.

Más tarde bajo la dirección de maestros del Infop, el Señor Santos Higinio desarrollo el arte de la alfarería y su respectiva decoración, don Santos trasladó estas habilidades a sus hijos y esa fue la manera en que se comenzó a extenderse nuevamente dicho arte marcando una nueva era y oportunidad de desarrollo para muchos artesanos del pueblo que hoy dependen enteramente de esa actividad, deleitando a cientos de turistas que semanalmente visitan estas tierras.